lunes, 2 de junio de 2014

El bullying culpa de padres, hijos y maestros

Etiqueta con Destino
Por: Luis Alberto González
· Por excesos de todos los miembros de la sociedad 
· ¿Ya encontraron la forma de detener la violencia?

El bullying de la casa, a la escuela, al aula, al patio de la institución y en la acera de acceso.

¿Quién es el responsable?...

¿Quién debe detenerlo?...

¿Quién lo solapa?...

¿Quién lo encubre?...

Emilio Chuayfett Chemor, Secretario de Educación Pública del gobierno federal afirmó categórico que “La violencia no se genera en las escuelas, sino en otros espacios de la sociedad”.

Miguel Guerra Castillo, dirigente magisterial disidente pide que “no se criminalice a los maestros” por el incremento del bullying y su posible responsabilidad ante su actitud negligente u omisa.

La Asociación de Padres de Familia, señala que la responsabilidad de educar a los estudiantes es “un compromiso compartido”, unos deben hacerlo en la casa y los otros en las instituciones educativas.

Lo cierto es que los excesos, en cualquiera de los ámbitos, han llevado a un deterioro de las relaciones padres-hijos-padres, estudiantes-maestros-estudiantes, y de la propia sociedad, niños, adolescentes, jóvenes y adultos.

Si los padres de familia, ignoran, ofenden, agreden verbal o físicamente a sus hijos los vuelven en ese momento en víctimas, pero la reacción natural puede ser que de víctimas pase a ser victimarios en las escuelas, porque reflejan el ejemplo que tienen en sus casas.

Crear hijos sobre protegidos y que todos sus caprichos le son cumplidos genera personas inconscientes, sin valores, exigentes, maquinales, autómatas y violentos porque cada vez exigirán más.

Lo estudiantes agredidos generalmente no denuncian, ni dialogan con sus padres, hermanos o familiares por varios factores: 

· Ante el temor de que las agresiones sean más violentas

· Porque no son escuchados.

· Porque no les creen pese a decir las cosas.

Los maestros que saben del bullying, de las agresiones, de la violencia verbal y se convierten en cómplices de los pendencieros y al igual que los belicosos incurren en un delito, el de violencia por omisión.

En esos casos directores, maestros, asesores no deben permitir que haya violencia y deben intervenir, desde su ámbito, para que padres de familia, escolares y maestros logren soluciones y “no hacerse de la vista gorda” o que digan como “los chavales”: “no oigo, no oigo, soy de palo”.

¿GENERAMOS BUENOS HIJOS O MONSTRUOS?

Les platicaré dos anécdotas:

PRIMERA: Una adolescente la gustaba escaparse con el novio.

Los padres vieron el cambio de actitudes de la hija y le empezaron a imponer castigos.

La joven inconsciente decide fugarse una noche con el novio y se escapa por la barda se cae, se golpea, se raspa, pero se va.

El novio la aconseja que denuncie a sus padres por las lesiones que tenía.

El ministerio público cita a los padres y los detienen.

La muchacha, por tener 14 años, queda bajo el resguardo del DIF y es enviada a una casa de asistencia para adolescentes.

Después de varios meses de encierro, de perder el ciclo escolar, la adolescente dice la verdad y sólo así salieron libres sus padres y al cabo de más de medio año regresó a su casa arrepentida y hasta el novio perdió.

SEGUNDO CASO: También una chavita de 15 años, super consentida por el padre se enfrenta a la nueva esposa del señor.

Como la madrastra le pone reglas, se enoja y acude a denunciarla ante el Ministerio Público, porque “violó los derechos que como niña tenía”.

El padre andaba de viaje y al cabo de varias semanas que regresa se entera que “su hermosa hijita” está baja la guarda y custodia del DIF, porque “no tenía ningún familiar que se hiciera cargo” se quedó “guardadita”.

Al cabo de dos meses la adolescente que reclamaba sus derechos fue liberada y entregada a su señor padre y la esposa de este.

Podemos decir entonces: Los abusos de los hijos también tienen consecuencias.

Es cierto que deben respetarse sus derechos, pero queda la pregunta:

¿Cuándo piensan en cumplir con sus obligaciones?



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